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domingo, 27 de mayo de 2012

Vuela y deja volar…

Quiero dedicar éste post a una amiga, @vaniac quien contrajo nupcias hace una semana atrás, aprovecho la fecha, también porque será madre nuevamente, y claro a todas las personas que siguen éste blog, y que aman a esa persona especial, que están a punto de “enlazar sus vidas”, ó que ya lo hicieron.
En realidad es un pequeño cuento hindú con un mensaje muy profundo, lo encontré mientras leía un libro sobre PersonalBranding que recientemente adquirí. Creo que no está demás para nadie la moraleja que encierra éste cuento, y el clip al final creo que viene muy bien al cuento, disfrútenlos.

Una pareja llegó cogida de la mano a la casa del brujo del poblado. Él era uno
de los jóvenes más valientes y atrevidos de la región y ella era una de las
chicas más bellas y simpáticas del clan. Cuando el brujo les vio les preguntó
qué querían y la pareja le dijo que se querían mucho, que querían casarse,
pero que como se amaban tanto temían que alguna cosa les separara. Lo que
pedían al brujo era algún conjuro, algún hechizo que les garantizara poder estar
juntos hasta que la muerte les llevara a la casa del Creador. Frente a aquella
declaración de amor de los dos jóvenes, el brujo les dijo que sí, que algo se
podía hacer, pero que era muy difícil y sacrificado y extremadamente peligroso.
A ellos les daba igual, se querían tanto que estaban dispuestos a hacer lo que
hiciera falta. El hombre sabio ordenó a la chica subirse a la montaña más alta y
que allí, sólo con la ayuda de sus manos y una red, tenía que atrapar el halcón
más espléndido y vigoroso que encontrara. Una vez atrapado lo tenía que
llevárselo al brujo tres días después del comienzo de la luna nueva. La chica
aceptó. Y al chico le encargó la misión de subir a uno de los picos más nevados
que había en el norte y le pidió que le trajera el ejemplar de águila más hermoso
y esbelto que encontrara. Para conseguir esta meta solo tendría sus manos y
una red, las mismas condiciones que la chica.
Llegó el día señalado para llevarle al bujo las dos aves que había pedido que
atraparan sin herirlas. Tanto la chica como el chico esperaban con su ejemplar
en las manos que la sabiduría de aquel hombre les procurara el conjuro para
que su amor perdurase. El brujo comprobó el estado del águila y después el del
halcón y les felicitó porque eran bellos. Se les veía espléndidos y sanos, igual
que la pareja. El sabio les preguntó si volaban muy alto y si les había constado
mucho atraparlos. Tanto el chico como la chica reconocieron que si pero que
por amor se hacía lo que hiciera falta. Estaban impacientes y excitados por
saber que tenían que hacer y el chico preguntó al brujo si tenían que sacrificarlos
y beber su sangre o cocinarlos y comérselos. El viejo sonrió y les dijo que
no hacía falta. En cambio, les ordenó que cogieran las aves y las ataran entre
si por las patas con una cinta de cuero y que las dejaran volar. La pareja obedeció
al brujo y, cuando las soltaron, vieron que no podían volar. Sólo podían
arrastrarse por el suelo, dar saltitos y tambalearse de aquí para allá sin rumbo
fijo, y cuando una, el águila, se levantaba, la otra, el halcón, se caía. El cabo de
un momento, frente a la imposibilidad de hacer algo positivo, se empezaron a
pelear a picotazos.
La pareja observaba atónita la reacción de las dos aves. Para evitar que se
agrediesen hasta lastimarse, el brujo cortó la cinta de cuero para que pudieran
volar. Mientras las aves se difuminaban en el horizonte, el hombre sabio les dijo
que esto era el conjuro que buscaban. Les dijo que ellos eran el águila y el
halcón, que si se ataban, aunque fuera por amor, vivirían arrastrándose y tarde o
temprano acabarían peleados.
Antes de bendecir a la pareja y dejarlos partir les despidió con una recomendación:
“Si queréis que vuestro amor dure para siempre, volad juntos pero no atados”

Dash Berlin Feat. Sarah Howells - Go It Alone